sábado, 3 de diciembre de 2016

LA TAZA DE LA IMAGINACIÓN

El pequeño Peter estaba jugando en su habitación. Pero se estaba empezando a aburrir, ya había jugado con todos sus juguetes, quería cambiar de juego, pero… ¿a que podía jugar ahora?
Abrió la puerta de su habitación con la idea de bajar a jugar a la pradera que había frente a su casa. 
Cuando la abrió  vio que en el suelo había una pequeña taza de té, ¡por poco la pisa! Peter la miró extrañado. “¿Y esa taza?” pensó.  La cogió para verla más de cerca. Cuando sus dedos la rozaron sucedió algo… mágico. La taza pareció iluminarse, y entonces empezó a escuchar como si los pájaros, y el sonido del viento sonasen dentro de ella, pero eso era imposible.  
Juntó la taza a su oreja para comprobarlo.  Ante su sorpresa, descubrió que efectivamente, el viento y los pájaros sonaban allí dentro, ¿pero cómo podía ser? Cuando fue a apartarla para volverla a observar, vio como dentro de la taza se había dibujado el paisaje de un bosque.  
Una espesa nube salía de allí. Paso la mano por el pequeño bosque que había dentro de la taza, y la imagen no se borró. Así, el pequeño Peter la dio el nombre de  “La taza de la imaginación”, ya que cualquier lugar que imaginases lo podía ver dentro de la pequeña tacita. 
 Aquello era algo mágico, sin duda alguna.  Peter la guardo como un tesoro, y nunca le habló a nadie de su existencia.



Hoy a sus 72 años, Peter sigue conservando la taza que un día, cuando no era  más que un niño, encontró en la puerta de su habitación.  Con el paso de los años, descubrió que aquella taza mostraba el lugar al que querías ir, aunque ni siquiera fuera real; ahora que ya era mayor, también se percató de que al pasar la mano por el borde  podía volver a ver los lugares en los que había estado durante su infancia.  Cada vez que la miraba se seguía quedando igual de fascinado que la primera vez que la encontró. Y es que aquella  mágica
tacita  no paraba de sorprenderle.