jueves, 18 de mayo de 2017

LA HISTORIA DEL SEÑOR VILLA-ROBLES

Fuera, el viento huracanado y la fuerte lluvia se habían adueñado de las pedregosas calles, por no mencionar los truenos que retumbaban entre las casas haciendo temblar todo.  En la buhardilla de una de ellas, alejado de todo, estaba Martín. En aquel momento se encontraba tumbado bocarriba mirando el techo y escuchando la lluvia golpear contra el tejado.  Sobre la mesa había un periódico doblado; una gran fotografía de un hombre de aspecto antiguo ocupaba la portada, su cara era alargada y extremadamente delgada, su gesto era serio y su mirada desafiante; un largo bigote se dibujaba sobre sus finos labios.  Junto a aquel inquietante retrato había un enorme titular en el que ponía ¿Ha vuelto el famoso Señor Villa-Robles? Como ya publicamos en edición anterior, este famoso personaje parece haber regresado, pues algunos vecinos aseguran haberle visto por las calles. Podría ser cierto, dado que una oleada de inquietantes asesinatos está azotando toda la zona; sin embargo, resulta difícil de creer, ya que el Señor Villa-Robles fue, en efecto, un peligroso asesino encarcelado y fusilado en 1922.
Martín había estado leyendo el periódico una y otra vez; notaba la inquietud formarse dentro de él, pues el pueblo en el que decían haber visto al Señor Villa-Robles era el pueblo de al lado. Llego a la conclusión de que se trataría de una farsa ante la falta de noticias y la falta de turismo por aquellos lugares desesperados por captar la atención.

El chico se levantó de la cama y fue junto a la ventana. El viento casi arrancaba los árboles, y la lluvia a penas le dejaba ver con claridad el horizonte. Bajó la vista hasta la desgastada calle, y allí, de pie como una estatua vio un hombre. Era alto, delgado; vestía un traje negro y se apoyaba en un bastón. Su cara era delgada y sus ojos brillaban bajo la lluvia. Martín lo observó durante unos segundos, al igual que hizo el hombre. Cuando el chico giró la cabeza y vio la fotografía del periódico sobre la mesa, confirmo sus sospechas: era el señor Villa-Robles. Giró la cara y lo miró caminar lentamente por la calle; al mismo tiempo que avanzaba, el grito desgarrador de una mujer inundó aquel lugar. Martín se quedó pálido, otra inexplicable muerte acababa de suceder. El señor Villa-Robles había regresado.